#InstaMoment™ : Camila Naranjo
Fotos: Dennis Santa Cruz
Vivía en una casa donde me cultivaron una vida de conciertos de rock, la buena música y una leve (siendo sarcástica) adicción a la Coca-Cola.
En mi casa no se compraban revistas, se leían libros y se disfrutaba el proceso de bajarse una película de Almodovar online y tener listo el arsenal de DVDSs para ver los fines de semana. El único espacio que había para hablar de moda era cuando mi padrastro se vestía en un intento de definición personal para cantar Av. Larco en una de sus fechas en el Teatro Segura.
Fue recién cuando cumplí 17 que compré mi primera Vogue, la leí como un libro. Cada artículo y cada párrafo y cada oración al pie de la letra. La releí unas cuatro veces y me acuerdo de haber corrido donde mi mamá y tirárselo en la cara gritando a los cuatro vientos que ya sabía qué quería estudiar.
Nunca admito la verdadera razón de por qué me metí a estudiar y trabajar en esta industria pero acá va:
Creo que la curiosidad por una industria que explota la búsqueda de la definición personal al punto de jugar con el lado racional de casi cada ser humano. Me cautivó de una manera que ninguna otra materia pudo.
En lo abstracto si suena un poco loco que haya visto más el lado psicoanalítico de lo que produce las diferentes tendencias, (por algo estudié comunicación de moda) pero creo que observar al ser humano y su respuesta a la manipulación de emociones e información es lo mejor de esta industria. Se aprende tanto cuando se le pone precio a poder mostrar tu personalidad sin hablar.
Creo que hay mucha gente de esta nueva generación que cree que puede trabajar y moverse en Moda por lo bonito y los flashes; pierden la esencia que caracteriza toda la carrera. Creo que hasta cierto punto se pierden a ellos mismos. Hasta que la gente no entienda todo lo que viene atrás, nunca estaremos al nivel de ni siquiera aparecer en el mapa o competir con otros países.